• Asumir la necesidad de relacionarnos de formas emergentes con niños, adolescentes y entre adultos.
  • Crear una educación innovadora que tome en cuenta las necesidades de cada individuo, interconectando personas con saberes y conocimientos en la práctica.
  • Ampliar el rol del profesional en colaboración con otros profesionales para la generación de soluciones y aprendizaje integrado.
  • Sncronizárnos con el ritmo cooperativista que se da de manera natural en la historia y origen del ser humano.
  • Ser agentes de cambio con más amor, más respeto, más empatía, más comunicación, más lùdicos, solidarios, tolerantes, respetuosos, creativos y con una percepción compleja, holística e interdisciplinara vanzando en nuestro proceso personal para no heredar trazos elevados de neurotisismo.

La importancia de darse a la tarea de un proceso personal y vivir nuestro crecimiento personal a través de la educación con los niños, es porque la mayoría no tenemos la capacidad para llevarlo adelante pues el punto de realidad es el comienzo del cambio, el eslabón que rompe la cadena de los patrones heredados para dar paso a nuevas generaciones con una dignidad histórica genuina y un respeto por la humanidad y la vida. Romper con lo establecido, lo impide lo establecido, y el apoyo hacia esta perspectiva es de unos pocos, y de esos pocos, algn@s intentamos ponerlo en práctica buscando aquellas manos que engranen en un sueño global.

 

La libido femenino-materna se sitúa precisamente en el principio de la gestación de vida, para acompañar la aparición de cada ser humano, y por tanto es imprescindible su continuum para que el desarrollo de cada criatura sea conforme a su condición humana; para producir el bienestar y la autorregulación de la vida.

 

Ahora bien, nuestra sociedad actual no tiene nada que ver con la vida humana autorregulada; desde hace más o menos 5000 años, según los sitios, vivimos en una sociedad que no está constituida para realizar el bienestar de sus componentes sino para realizar el Poder. Y por eso al Poder le estorba la sexualidad de la mujer, sus cuerpos de mujeres que secretan líbido maternal. Porque una sociedad con cuerpos femeninos productores de líbido materna, es incompatible con todo el proceso cotidiano de represión que implica la educación de niños y niñas en esta sociedad. La socialización patriarcal exige que la criatura se cree en un estado de necesidad y de miedo; que haya conocido el hambre, el dolor, y sobre todo el miedo a la muerte, durante el parto por asfixia de úteros contraídos y luego por abandono como parte de la rutina posparto en hospitales, siesta del bebé en cuartos distintos, dejarle llorar, escolarización prematura y un largo etcétera que genera el miedo  que psicosomáticamente siente cualquier cachorro de mamífero cuando se rompe la simbiosis fisiológica evolutiva; en humanos hasta aproximadamente alrededor de los cuatro años que el niño gana seguridad e independencia. Por eso la sociedad patriarcal se ha ocupado a lo largo de estos milenios de romper la simbiosis madre-criatura.

 

El tipo de sociedad esclavista que consiguieron imponer las oleadas de pastores semi nómadas indoeuropeos que empezaron a asolar las antiguas aldeas y ciudades matrifocales, a partir del 4000 a.c., al principio esporádicamente, no buscaban el bienestar y la armonía, sino la dominación para extraer, acaparar y acumular las producciones de la vida; es decir, crear Poder, a cualquier precio, con toda la violencia necesaria y con los quebrantamientos de la autorregulación de la vida que sus objetivos quisieran, con tal de sedimentar su Poder contra esta vida humana autorregulada. Para hacer esto; para devastar, luchar, conquistar, matar, expoliar y acaparar se requiere un tejido social distinto del que se crea para el bienestar y conservación de la vida, partiendo de lo maternal. Un tejido de guerreros, de jefes de guerreros, de linajes de guerreros, de esclavos, de jefes de esclavos, de líneas de mandos, de mujeres disciplinadas y dispuestas a acorazar y adiestrar criaturas, es decir, de cambiar la maternidad por la construcción de los linajes verticales, y organizar la creación de esos futuros guerreros dispuestos a matar y esclavos dispuestos a dedicar sus vidas a trabajar para los amos; mujeres enseñadas para enseñar a sus hijas a negar sus deseos, a paralizar sus úteros y a hacer lo mismo que ellas.

Es decir, una sociedad con madres patriarcales, que no son verdaderas madres sino un sucedoneo de madres, que no crían a su prole para el bienestar y para su integración en un tejido social de relaciones armónicas que ya no existen, sino para el de la guerra y la esclavitud de la especie humana.

 

Con la espiral de carencia–miedo a carecer–miedo al abandono–miedo a la muerte, nos relacionamos con la espiral del llanto–resignación–acorazamiento–sumisión. Así comienza la pérdida de la sabiduría filogenética de 3600 millones de años y el acorazamiento psicosomático.

 

El acorazamiento tiene dos aspectos básicos: 1) la resignación ante el propio sufrimiento (condición emocional para la sumisión) y 2) la insensibilidad ante el sufrimiento ajeno (condición emocional para ejercer el Poder).

Es decir, que para sobrevivir en este mundo hay que congelar la sensibilidad emocional específica de las relaciones de empatía, respeto y ayuda mutua en la vida humana autorregulada: pérdida de la inocencia, pérdida de la confianza puesto que no hay reciprocidad: una congelación y un acorazamiento necesarios para luchar, competir e imponerse sobre el de al lado, en la guerra de conquista de posiciones, de escalada de peldaños, de explotación y de acaparación; porque aunque solo pretendamos sobrevivir, en este mundo para no carecer hay que poseer, y para poseer hay que de algún modo robar, devastar, y para devastar y robar hay que ser capaces  ejercer la violencia contra nuestr@s herman@s.

Para lograr este acorazamiento psicosomático en cada criatura humana individual, hombre o mujer, y el aprendizaje de las conductas y de las estrategias fratricidas jerárquico-expansivas de realización del Poder, -lo que eufemísticamente se llama educación-, se necesitan cuerpos de mujeres que engendren y paran sin desarrollo sexual y libidinal y consecuentemente  la prohibición de la impronta para mimar y complacer a las criaturas en su descubierta natural del mundo.

 

La venda narcisista

Hemos vivido varias décadas en sistemas sociales narcisistas, y omnipotentes que se reflejan en el consumo exacerbado, en el tener cosas para compensar el vacío existencial , la falta de contacto con lo Vida y con nuestras necesidades afectivas y sexuales reales, estando al margen de las consecuencias desastrosas que eso tiene a nivel planetario a manos del desequilibrado poder lucrativo que todo ello tiene para unos pocos.

 

Por ello nuestra actual crisis es narcisista, y como tal, nos cuesta admitirla y buscar formas nuevas de Vida. De la misma forma que se necesitaron 50 millones de muertos durante la segunda guerra mundial para asumir, al menos durante unos años, que había que cambiar la mentalidad colonial, conquistadora y blica, actualmente debemos asumir, sin que esta guerra económica tenga más consecuencias, que no podemos seguir viviendo con esas formas de uso.

 

Tod@s podemos generar y vivir responsablemente; profesional@s de la salud, educador@s, padres y madres, ciudadanos… Darnos cuenta de ello y asumir esa parte de responsabilidad, y por tanto de protagonismo, puede ser el principio del cambio.

 

Cambiando nuestra forma de criar, de educar, de relacionarnos,

estamos contribuyendo al cambio social de forma radical y permanente.